El agua, reconocida como un derecho humano, representa un tema de gran relevancia y preocupación en los distintos sectores de la sociedad. Aunque la  Organización de las Naciones Unidas ha establecido que la demanda de agua ha superado el crecimiento demográfico y la mitad de la población mundial actualmente sufre una escasez de agua grave, durante al menos un mes al año, también es un asunto de calidad y cantidad (suficiencia, saludable y aceptable), infraestructura (accesibilidad física y asequibilidad) y particularmente de gestión; lo que constituiría uno de los objetivos de desarrollo sostenible a alcanzar antes de 2030.

En el caso del estado de San Luis Potosí, una parte de su territorio se caracteriza por encontrarse en una región semiárida, con bajo nivel de precipitación pluvial y escazas corrientes superficiales, lo que limita su disponibilidad natural del agua. Particularmente el Valle de San Luis Potosí, ubicado en la región centro, presenta características de aridez tales como baja precipitación anual (por debajo de los 400 mm) y escaza vegetación aunado a procesos de urbanización en la que confluyen crecimiento industrial y poblacional. Esto ha generado una mayor presión sobre un recurso naturalmente escaso. Aunado a esto, se presentan inundaciones, sequías, sobreexplotación de los mantos acuíferos, deterioro de la calidad y contaminación.